HISTORIA DE LA DECORACIÓN
Desde el principio de los tiempos, todas las culturas de las distintas épocas han tenido sus normas decorativas acordes con las necesidades del individuo, grupo o sociedad, no solo en el diseño y la utilización de los elementos prácticos, sino también desde su mejora estética, teniendo como principal motivación. La satisfacción del ego, en lo privado, la cerámica de barro punzonada o el tótem amerindios tallados en maderas, así como los frescos de la Capilla Sixtina, se realizaron cumpliéndose esas normas básicas. A mediados del siglo XII predominaba la decoración de muebles lacados con incrustaciones de cobre y carey, delicadamente vetados, la realización de cada uno de ellos dependía de artesanos especializados bajo la dirección de un maestro de obras o arquitecto, limitado por la tecnología y los materiales posible de cada momento. Uno de los más famosos de estos maestros fue Andre-Charles Bouelle.
Ya en el siglo XIII, predomino el estilo barroco, que había dominado durante el reinado de Luís XIV, pero en los últimos años de ese siglo se introdujo un estilo de decoración mas ligero, con la regencia del Duque de Orleáns se consolido, influyendo enormemente en toda Europa. Fue lo que se ha conocido como periodo Rococó, que duro desde 1710 a 1730, y que termino por implantar Luís XV, pero en los últimos años de ese siglo se introdujo un estilo de decoración mas ligero, que con la regencia del Duque de Orleáns se consolido, influyendo enormemente en toda Europa. Fue lo que se ha conocido como periodo Rococó, que duro desde 1710 a 1730, y que termino por implantar Luís XV. Este estilo estaba basado fundamentalmente en el placer, y todos los motivos decorativos estaban pensados para potenciarlo. La influencia femenina fue notable, dando un toque mas intimo al diseño. Las estancias tendían a hacerse más pequeñas y, por lo tanto los muebles empezaron a reducir su tamaño. Los espejos empezaron a formar parte de la decoración como elementos, en muchos casos, protagonistas, así como los tapices para cubrir las paredes, que solían ser obras de grandes artistas. El mobiliario se elaboraba con finas hojas de madera y montura de bronce dorado. La rejilla en los asientos y respaldos de las sillas y sillones con cojines de atractivas telas se pusieron de moda. Fue una época en la que la decoración era un derroche de frivolidad.